Me acompaña siempre que puedo y creo que tiene un efecto universal: puede tocar el
alma, alegrar o hacer llorar, recordar un momento feliz o personas queridas, animarte, calmarte, o simplemente ser la perfecta descripción de una situación particular, a la
que te volverá a tele-transportar cada vez que la oigas. Y puede inspirarte.
Y en este sentido, es todo lo que un líder quisiera hacer: inspirar y movilizar los
corazones de las personas como lo hace la música.
En varios conciertos a los que fui, me sorprendieron los artistas, pero más allá de esto,
me pareció que había muchas similitudes entre el liderazgo y la música. Y aquí os las
expongo:
1. Un líder es a la vez cantante y autor de canciones
La gente no escucha totalmente, a no ser que exista un impacto emocional que les
hace prestar más atención. Un líder es el que consigue tocar el corazón de la gente
tanto como su cerebro. Lo que dice, la letra, debe contar una historia con sentido, y
cómo lo cuenta, la música, debe resonar en el corazón del que lo escucha.
Muchos directivos tienden a ocuparse de lo que piensan los demás, y no de lo que
sienten. En cambio existen algunos que sí saben dar ese algo más: ser el “jefe”, pero a
la vez hablar de los resultados de la empresa como los de todos, considerar a los
individuos por sus valores y su compromiso de excelencia. Ésta es la música del líder,
es sutil pero potente.
El líder presta atención a los detalles. No sólo dice “Voy a cuidar a mis empleados”, lo
demuestra en sus actos. Ésta es la música.
2. Se asegura de que todos tocan con la misma partitura
En un concierto, cada violinista, percusionista y cantante sabe por qué está allí y cuál
es su papel, qué aporta al todo. El resultado es armónico. Lo mismo se necesita en
cualquier organización: cada empleado debe trabajar con la misma partitura, y esta
partitura debe ser visible, entendida y emocionalmente integrada. Cuando voy a una empresa, pregunto a varias personas “Cuál es la visión de la
empresa?”. Y no es raro obtener tantas respuestas diferentes como personas…
No basta con que el director sepa a dónde quiere ir, si no lo saben los músicos, no
puede haber buena música, y menos armonía. Cuando la visión es compartida, y la
partitura aparente, cada empleado sabe cuál es su rol y el de los demás.
3. Crear une melodía simple, y luego repetirla
En la letra de una canción, suele haber una frase que se repite para que la gente se
familiarice con ella y la vaya cantando cuando la escucha.
Cuando un líder tiene una visión de dónde tiene que ir la empresa, para que se haga
efectiva, tiene que expresarla de forma que todos la entiendan y la hagan suya. Y en
cada decisión que tomen los miembros de la orquesta, o sea, los empleados, tienen
que preguntarse si está alineada con la melodía global.
Tienen que tenerla tan presente como la pequeña frase que reconoces y cantas a la
vez que el cantante. No puedes cantar una frase que no tenga nada que ver, aunque
sea la que cantabas desde hace mucho tiempo, porque en esta canción, no pegaría.
El trabajo de un líder es repetir el mensaje de su visión hasta que todos los músicos
estén alineados y se sepan la frase de memoria.
4. Contratar a los músicos adecuados
A veces, en una orquesta sinfónica o un grupo de música, se mezclan músicos de
varias nacionalidades, edades, géneros y personalidades. Y no pasa nada, mientras
todos ellos estén comprometidos con la excelencia y con crear juntos un resultado
armónico. Al contrario, su diversidad cultural puede aportar al conjunto.
En una empresa pasa lo mismo: cuando se contrata a un empleado, se estudian
muchos currículos, y lo difícil muchas veces es elegir a la persona adecuada.
Para ello, no basta con el expediente, hay que entender cómo es la persona, qué
puede aportar específicamente al conjunto. Cada jefe lo puede hacer a su manera,
pero la base es la misma: se trata de saber quién es la persona detrás del CV.
Yo creo que si tuviera que contratar a alguien, una vez vistos todos los candidatos, me
preguntaría: “Si estuviera en un barco en dificultad en medio del océano, ¿a quién
quisiera tener conmigo en el barco?”
5. Dejar brillar a los demás
Cuando vas a un concierto, no todo es el cantante principal, la estrella. En una ópera,
el tenor se calla para que se oiga a un instrumento o a un coro, no siempre está
cantando. Porque el foco está en la música, no en un individuo. Y debería ser lo mismo en una compañía. El foco debería ser en el resultado, no en
una persona.
Leí una vez una anécdota sobre liderazgo que me hizo pensar esto: Se trataba de un
Comandante del ejército, con 150 militares bajo sus órdenes. Los militares hacen
regularmente ejercicios que sirven de prueba para asegurarse de que están listos para
el combate real. El comandante, justo antes de que empiece el ejercicio, se gira hacia
el examinador y le dice: “Antes de que empiece, quiero que sepa que yo estoy muerto,
uno de mis sargentos encargados de suministrar municiones y un alférez están
también muertos. El examinador le dice: “¿Está usted loco? Su regimiento va a fallar el
test!”, pero el comandante le contesta: “Si no pueden actuar sin mí, entonces es que
no he sabido formarles como debía”. ¿Y sabes qué? pues su regimiento pasó la
prueba sin problema.
El comandante, como buen líder, se había asegurado de que su equipo estuviera bien
entrenado, y de que sus miembros tuvieran la confianza en sí mismos suficiente como
para poder actuar correctamente incluso en circunstancias adversas e imprevistas.
6. Cultivar el compromiso y el entusiasmo
En un concierto, cuando la música toca el corazón del público, todos empiezan a
cantar o a dar palmas para acompañar al cantante o a la orquesta. Y al final, se
vuelven uno. En este sentido, un líder de empresa también debe saber cómo hablar y transmitir el
mensaje con palabras que llamen al corazón de su equipo. Está demostrado que los
empleados cuyo líder sabe hablar al corazón tienen resultados infinitamente más
significantes que los que piensan que sólo van a hacer su trabajo. Están mucho más
motivados y su entusiasmo es contagioso.
7. Comprometerse con una causa mayor
He asistido a varios conciertos benéficos. Y suelen dar lugar a cooperaciones
excepcionales, momentos únicos entre cantantes o músicos que, de no ser por esta
causa, no se juntarían nunca en un mismo concierto.
Y es que no hay nada más potente que una causa superior a uno mismo para crear
compromiso. Por haber trabajado en voluntariado, puedo decir que no hay nada más
potente que el corazón de un voluntario, porque trabaja por un fin que supera
ampliamente su propia persona. Encuentra recursos dónde otros muchos no verían
nada.
De la misma forma, los equipos seguirán a dónde sea al líder que les lleve a pensar
que trabajan por un objetivo noble, por encima del individual.
En conclusión, la clave para entender la música del liderazgo es entender que los
mejores líderes saber gestionar las emociones aparte de “sólo” dirigir.
Están “en sintonía” con los que les rodean.
Y cuando toca cantar una nueva canción y llevar a su gente hacia otra dirección,
vuelven a tocar nuevas emociones y a crear nuevas armonías.
Espero que te haya gustado mi metáfora, y que como líder sepas crear tu propia
melodía.
Un saludo,
Estelle Gatinaud
Coach de Transformación